No se presentaba fácil la apuesta para afrontar el nuevo disco, tercero en su trayectoria, porque Manual de Cortejo, el 2º álbum de Rodrigo Cuevas, es ya una obra icónica para el folclore contemporáneo.
Cuando Rodrigo escribió una de sus últimas cartas a los reyes magos, bendita la ambición de soñar, se pidió que el productor de su tercer disco de estudio fuese Eduardo Cabra. Y en menos de lo que canta el urogallo, había una video conferencia con el ex Visitante de Calle 13. ¡Ay!
Como Eduardo Cabra aceptó enamorarse, Rodrigo Cuevas comenzó a desplegar el abanico de sus encantos de artista y, así, comenzaron las chispas a saltar, los planetas a chocar, las flores a brotar, las mareas a crecer, las lunas a asomar, los sexos a pedir candela.
Rodrigo se descubre en este Manual de Romería como un creador que ha madurado a lo largo de estos años de trabajo duro, recorriendo la carretera y desentrañando los misterios de la profesión de músico.
Crecimiento personal sumado a crecimiento profesional redundan en una impronta para la composición que es una de las novedades capitales que se aportan con mayor enjundia en este elepé: varios de los temas del álbum son composiciones propias en letra y música, otras sólo música, algunas con partes tradicionales y propias, otras tradicionales aunque con arreglos propios, adaptaciones.
¿Nos encontramos ante un disco de consagración? Probablemente. Lo que no cabe duda es que nos hallamos antes un trabajo soberbio, exuberante, vindicativo, e incluso pendenciero.
Un álbum para la celebración, para el disfrute, para la dulzura, para el devenir de la belleza, para la memoria, para el deseo, para compartir de Romería y en las liturgias del hedonismo pero, también, para honrar a figuras de la tradición, algunos recuerdos tristes, un paisanaje que se nos va, un paisaje sublime e inspirador, una llamada a la diáspora moza… Porque si piso tierra puro, andando estoy un mundo abierto para los caminantes.
Erigido básicamente a cuatro manos entre productor y artista, con la concurrencia de unos pocos, aunque ilustres, invitados, caso de Guille Galván de Vetusta Morla participando en la
elaboración y revisión de algunas de las letras, en las voces la puertorriqueña ILE, los corsos de A FILETTA, la soprano asturiana Beatriz Díaz, la cantante de canción asturiana Mari Luz Cristóbal Caunedo, así como con la intervención de unos cuantos y excelentes músicos de confianza de Eduardo Cabra caso de Bayoán Ríos, Sebas Otero y Luis Changá Otero…
Manual de Romería es un disco impecable de cumbres, incandescente de aves que vuelan libertarias, un elepé excelso que nos explotará en las manos, en los oídos y en el corazón: asturiano hasta la médula y universal hasta que el mundo se nos apague.
Manual de Romería, con apenas una selección de colores, alumbra las sombras y pintarrajea los pliegues. Un álbum que absorbe y difunde, que construye y renombra, un mapa que cartografía en 10 canciones y 4 grabaciones de campo a
modo de interludios, los sentimientos, las vivencias, los anhelos y desvelos de un artista que se revela y se rebela.
Para ello, pocos compañeros de viaje más extraordinarios que un Eduardo Cabra que tiene en La Casa del Sombrero un festín de conejos, una antología de recursos para edificar y para acompasar ambas orillas del atlántico en un hábitat extraordinariamente sensual, bello, extrovertido, profundo, lírico, plagado de eclipses y de capas de emoción, de auroras caribeñas, de perfumes cantábricos en su primera producción para un artista español.
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